El Epub: historia, rasgos y posibilidades


I. El libro electrónico: un nacimiento tortuoso

Aunque desde los años 70 se ha hablado del libro electrónico, es ahora, con las tecnologías móviles (tabletas, teléfonos inteligentes, phablets), que este medio logra encontrar pleno sentido. Hasta mediados de la década de los noventa, hablar
de libro electrónico era hablar de grandes cantidades de texto disponibles en línea, pero no de textos publicados bajo un concepto editorial que permitiera hablar legítimamente de libro. En la actualidad las tecnologías móviles, en cambio, le dan sentido al término 'libro electrónico' ya que ahora sí se puede hablar de un texto diseñado editorialmente para generar una particular experiencia lectora en una pantalla portátil. Y destacamos la palabra 'portátil' en la medida en que el libro fue desde el principio una tecnología portátil al servicio del conocimiento.

Sin embargo el libro electrónico, el medio que más naturalmente debía adaptarse a estas nuevas tecnologías debido a la longeva relación entre informática y escritura, es el que más rezagado se encuentra con respecto a primos lejanos como la música, la fotografía, la radio, la televisión y los videojuegos, que han encontrado en los dispositivos móviles un nuevo ámbito donde reinventarse. No negamos que el libro electrónico tenga su puesto en este nuevo orden, pero en comparación con los otros medios es el que más ha demorado en establecerse y el que menos público ha logrado. Tres circunstancias clave, creemos, son las que han afectado la relación entre el libro electrónico y las tecnologías móviles: el uso extendido del formato PDF, la apuesta comercial de Amazon, y la actitud timorata de las grandes editoriales. Veamos cada una con cierto detalle.

El formato PDF es un formato que permite la visualización de texto, documentos e imágenes en pantalla. Es muy útil para la visualización de archivos en pantallas de computadores pero muy limitado para su uso en pantallas más pequeñas como las de un teléfono o una tableta. El texto en formato PDF, por ejemplo, no es redimensionable, lo que vuelve incómoda la lectura de texto en dispositivos pequeños. Lo triste es que muchas librerías en Internet tienen su catálogo en este formato, desaprovechando así la potencialidad de lectura que ofrecen hoy los dispositivos móviles. Leer la Ilíada en formato PDF en un teléfono móvil resulta más heroico que el poema mismo. Y el problema es mayor dado que una gran cantidad de usuarios se ha acostumbrado a este formato, uno de los más utilizados en Internet, lo que limita el conocimiento y la difusión de otros formatos con mejores prestaciones.

Adicionalmente, vale la pena insistir en que el PDF no es equiparable a un libro electrónico, así algunas editoriales sigan promocionando sus textos en este formato. Vender 'libros electrónicos' en este formato es como si en realidad al lector le vendieran la fotocopia del libro original. El PDF es solo un formato de visualización surgido en pleno desarrollo de la tecnología de escritorio, del PC y del computador portátil (con pantallas grandes), pero anacrónico como formato para visualizar textos, sobre todo extensos, en dispositivos móviles.

De esta manera, el legado del formato PDF al libro electrónico ha sido lamentable, ya que muchos lectores* han aceptado la idea de que la lectura de un libro electrónico (que confunden con el PDF) es incómoda en un dispositivo portátil. Mucha gente, de hecho, piensa que leer libros en una tableta o en un celular es poco amigable y considera que la única alternativa es hacerlo en un dispositivo específico como el Kindle de Amazon, lo cual nos lleva a la segunda circunstancia.

Dijimos que entre los diferentes medios, el libro electrónico es el que más fácilmente se adapta a las tecnologías móviles: es liviano, no requiere de pantallas a color ni de una programación excesiva. Así lo entendió Amazon, que en 2007, antes del auge de las tabletas, apostó por el desarrollo de un dispositivo en el cual se pudiera leer cómodamente: el Kindle. Y todo con la intención de asegurarse uno de sus grandes negocios, que no es el de vender dispositivos para la lectura sino el de vender libros, pero ahora libros electrónicos, en un formato exclusivo (.AZW) y totalmente controlado, que solo se pueden comprar en su tienda en línea y leer en su nuevo dispositivo. Todo un cataclismo, no solo para la industria editorial, con consecuencias todavía inciertas, sino también para la difusión del libro electrónico como objeto cultural.

El aporte de Amazon al libro electrónico, ante el desierto de ofertas y opciones más allá del incómodo PDF y del pánico y la parálisis de las editoriales, fue convencer a los lectores potenciales de que el libro electrónico era un objeto costoso, no solamente porque había que pagar por los libros-archivos en su tienda, sino porque además debían adquirir un dispositivo específico para leerlos. Y aunque Amazon haya vendido millones de dispositivos y siga vendiendo millones de libros electrónicos, arrinconó la apuesta cultural del libro electrónico a su propio patio trasero, apoderándose de la bandera del libro electrónico, que debía ser una bandera libre. El libro electrónico en las manos de Amazon se volvió un asunto de nicho y los lectores de libros electrónicos eran, antes que nada, clientes de Amazon. Algo seguramente muy próspero para esta empresa pero lamentable para los potenciales del libro electrónico, cuyos defensores veían cómo las tecnologías móviles, antes que lanzar el libro electrónico como uno de sus principales medios, se embelesaban más con la fotografía, la música, o los videojuegos. Como triste consecuencia de este secuestro, el PDF seguiría siendo, para el gran público, la versión libre y falsa del libro electrónico.

Aparte de Amazon, en la década pasada existieron otras iniciativas para promover el libro electrónico mediante formatos que lo hicieran amigable con la tecnología móvil. Adobe (que insistiría siempre con el PDF) y el Open Book Forum (una asociación de múltiples actores de la industria editorial) trataron de promover estos nuevos formatos pero siempre con el temor de sufrir lo mismo que le sucedió a la industria discográfica, que fue la primera que recibió los rigores del nuevo orden digital.

Estos formatos de libro electrónico eran formatos excesivamente controlados con la tecnología DRM (digital rights management), controles que impedían la impresión, la exportación y el uso de archivos en más de un dispositivo. Pero la dinámica ha mostrado que el control excesivo termina siendo nocivo para estos medios y al final muy nocivo para las empresas que los promueven. Vemos ahora el caso de Apple, que levantó el control de la música que vende en línea dejando la decisión y responsabilidad de compartir en manos de los usuarios mismos. Los formatos controlados no despegaron y uno de ellos, el OEB (Open Ebook), terminaría dando paso al EPUB, formato libre que hoy se presenta como el de mayor perspectiva en la consolidación del libro electrónico como objeto cultural.

Pero antes de entrar a hablar de este último formato, podríamos añadir una cuarta circunstancia menor en relación con la situación adversa que sufre el libro electrónico, hoy anacrónica aunque siga suponiendo un debate que de tanto en tanto desempolva la prensa: la idea de que el libro electrónico amenaza los libros impresos. Es una de las colas del debate de los sesenta y setenta entre los apocalípticos, que denigraban la sociedad de masas y sus productos, y los integrados, que la defendían críticamente. Pero el debate de la muerte del libro sigue siendo absurdo: no solamente cada año se publican más libros en papel sino que muchas de las obras que nacen en digital y logran cierta fama suelen publicarse luego en papel como una muestra de legitimidad. De hecho, la relación entre digital y papel será cada vez más armoniosa: lo digital se encargará de la promoción, y el papel de la legitimación o la consagración. Sin hablar de la función ecológica que la edición electrónica cumplirá en la adopción de publicaciones costosas para el medio ambiente (códigos, instructivos, catálogos, guías, periódicos, revistas, etc.).

Aunque las circunstancias descritas han demorado y opacado la verdadera potencialidad de lo que seguramente será el libro electrónico en los próximos años, han existido, afortunadamente, ciertas iniciativas que han impulsado y defendido el libro electrónico como objeto cultural más allá de los intereses comerciales. Una de ellas ocurrió en 2007 cuando la IDPF (International Digital Publishing Forum), una asociación en la que participan editoriales como Pearson, Randon House, Hachette, HarperCollins, y compañías como Google, (una especie de la cortina de hierro de grandes editoras contra Amazon), adoptó el formato EPUB como el formato estándar para la publicación de libros electrónicos. A pesar de las suspicacias que puedan generar los miembros de esta asociación, el EPUB es un formato libre, sin ataduras comerciales y que además ha ido incorporando mejoras que no solamente hacen de este formato un libro electrónico legítimo, sino que corren la frontera de la historia del libro un tramo más allá.

De algunas de las características del formato EPUB, de sus posibilidades, y no solo técnicas sino también estéticas para el caso de la literatura, así como de sus limitaciones, nos ocuparemos en la segunda parte de este post.



II. El libro electrónico: características y posibilidades



Como quedó enunciado en la última parte de nuestra nota anterior sobre el tema, en 2007, y después de una infancia difícil, el IDPF (International Digital Publishing Forum) adopta finalmente un formato universal de publicación electrónica, el EPUB. Un formato libre de compromisos comerciales y multiplataforma que rompe con la necesidad de usar dispositivos especializados (como el Kindle) para leer libros electrónicos. A continuación queremos enfocarnos en sus características, funciones y, lo que encontramos más importante, en las posibilidades que abre para la literatura.

El formato de libro electrónico EPUB interpreta con notable acierto el entorno tecnológico que se ha ido decantando en los últimos años. Un entorno definido por un sinnúmero de dispositivos pequeños y portátiles, pero con pantallas de diferentes dimensiones. Estos dispositivos se caracterizan por tener una buena resolución de pantalla, por la posibilidad de visualizar videos y reproducir audio, y por contar con conexión a Internet. Como veremos, el formato EPUB se adapta a cada una de estas características, proyectando así un nuevo panorama para la historia del libro.

La adaptabilidad a todo tipo de pantalla es tal vez su atributo más importante. Permite que un libro electrónico se pueda leer en cualquier pantalla, desde un pequeño celular hasta el monitor de un ordenador, sin que los lectores tengan que ubicar o mover constantemente la página para acceder a un párrafo cercenado o a páginas que se visualizan de manera incompleta como ocurre con el PDF. Y es que mientras el PDF concibe la página como una hoja impresa, el EPUB ya no piensa en la página como su unidad, sino en la pantalla: el formato acomoda el texto y los elementos que lo acompañan en el marco de la pantalla de tal manera que sean completamente legibles y visibles. Así, una cierta cantidad de texto de un EPUB que en un dispositivo requerirá solo una visualización de pantalla para leerlo, en otro requerirá dos visualizaciones de pantalla, pero en ninguno el texto quedará recortado o incompleto. En el libro impreso, como en el PDF, la página es fija; en el EPUB, todo es dinámico en favor de una visualización completa y amable para la lectura.

Un segundo atributo importante es la posibilidad multimedia. El libro tradicional ya había experimentado la integración con audio y video a través de CD o enlaces a páginas web, pero ahora el EPUB permite la incorporación de archivos multimedia en el libro mismo. No hay que cambiar de pantalla para reproducir un video o un archivo sonoro, lo cual permite una interesante interacción entre escritura, video y audio. Y, más allá de sus posibilidades creativas, esta integración compacta entre lo multimedia y la escritura permite acercar el libro a personas con limitaciones visuales para la lectura. Tal vez todavía falte un tiempo para que las voces robotizadas sean una anécdota histórica, pero esta característica implica desde ya que todo EPUB sea automáticamente un audiolibro.

Otra característica del EPUB es la posibilidad de la personalización. No solo el texto se adapta a la pantalla sino que el lector puede personalizar el tamaño de la letra, la luminosidad, el color y la textura del fondo de la página. Igualmente, puede cambiar el tamaño de las márgenes, el interlineado, la manera en que se cambia de página, (como un rollo o como un libro tradicional), y toda una serie de opciones que le permiten hacer mucho más amigable y personal su experiencia lectora.

Adicionalmente, otro rasgo importante es la interacción de este formato con la web. Permite hacer búsquedas en diccionarios, hacer notas, subrayar partes de texto y compartir estas adiciones con otros lectores. Además, cabe recordarlo, es un formato liviano, fácil de descargar y cuenta con numerosos programas y aplicaciones, tanto de edición como de lectura, en diferentes entornos y plataformas, la mayoría de ellos gratuitos, que lo convierten en un formato universal. 

Dentro de sus limitaciones, se ha señalado el problema de la edición de la página. Aunque creemos que el aspecto más importante de este formato es la redimensionabilidad del texto a cualquier pantalla, el formato permite también que el editor de un libro electrónico bloquee la página para que se muestre de la misma manera en cualquier dispositivo. Pero esta opción generaría los mismos problemas que el PDF, ya que en unos dispositivos el texto se vería muy pequeño y al ampliarlo se perdería buena parte de la página, afectando así la calidad de la lectura. El problema, en este caso, es que se le estaría pidiendo al EPUB funcionar como el libro tradicional y he ahí el error. Es mejor, creemos, plantearse cuáles son las posibilidades que permite este nuevo formato, que si bien tiene algunas características similares a su pariente en papel, posee otras que lo hacen único.

El EPUB se presenta de este modo como un formato robusto, adaptado completamente a la diversidad de dispositivos que le dan vida a la noción de libro electrónico. Privilegia una buena experiencia lectora e incorpora lo multimedia y la interacción con la web de manera sencilla, pero nunca obligatoria (no requiere estar conectado para funcionar). También cabe destacar que es un formato libre, que abre las puertas para una exploración de sus posibilidades en numerosos campos de aplicación (instructivos, catálogos, periodismo, literatura), ya que, además, no requiere de un conocimiento avanzado para la edición de los archivos, lo cual les permite a editores, pero sobre todo a los autores mismos, montar, editar y publicar fácilmente sus obras en este formato.

En el campo de la literatura, y teniendo en cuenta el modelo poco incluyente y estéticamente pobre en el que se encuentra, auguramos que el formato EPUB tendrá seguramente un rol de enorme importancia. Y es que esta industria no parece haber aprendido lo que le sucedió a la industria musical, que, aparte del problema con la piratería, sufrió un tremendo remezón al negarse a cambiar su estrategia vertical basada en el el star system. Este modelo cerrado llevó a nuevos artistas, ajenos al circuito masivo, a apropiarse de nuevas técnicas de grabación y de distribución que transformó para siempre el mundo de la música, erosionando los grandes centros de la industria y multiplicando exponencialmente los pequeños productores.

El caso más llamativo de lo que sucede en la literatura, por lo menos en la literatura en español, es el de la novela. El crítico español Manuel García Viñó lo había venido diciendo desde hace más de tres décadas y el panorama no parece cambiar: la novela que publican las grandes editoriales, la novela que se promociona en los medios, la novela que se consume, es una novela decimonónica. Apuestas de principio del siglo XX como las de Kafka, Joyce, o Woolf fueron reprimidas y en su lugar las editoriales han decidido apostar por vender una novela que literariamente se acerca más a la novela del siglo XIX que a las de estos grandes autores. Una novela más cerca de la televisión que de la poesía; una novela cuyo principal criterio de publicación es el comercial. La novela artística, aquella que, según García Viñó, nació en la primera mitad del siglo XX, es cada vez más difícil de encontrar porque no hay editores ni editoriales dispuestas a asumir riesgos. Lo más fácil, asegurar el negocio y optar por la nueva novela decimonónica del siglo XXI. Y el caso de la poesía y del cuento pues es claramente peor.

Ante un panorama literario como este y ante lo que le sucedió a la industria musical, no es difícil anticipar cómo, por ejemplo, el EPUB será una opción para desengavetar aquellos proyectos que difícilmente encontrarían un editor. La industria literaria, al tratar de mantener su modelo de negocio dejará que por Internet se le cuele una nueva literatura que se afianzará y que luego será editada en papel por editores independientes o por las grandes editoriales mismas pero con otras condiciones contractuales. A ello se le sumará el fenómeno que se ha ido gestando de la prescripción literaria (la recomendación de libros) por canales alternativos a los tradicionales (youtubers, blogs, comentarios personales) que si bien por ahora funciona con literatura menor o de nicho, llegará el momento en que llegue a la literatura artística.

En este sentido, si la literatura quisiera volver a marchar hacia adelante, ante la pobreza estética que ofrecen hoy las editoriales, la autopublicación se proyecta como el nuevo puerto de donde partirán las grandes obras literarias del futuro, con escritores más apropiados de sus creaciones y con mayor libertad estética. Sin embargo, para que ello se dé es necesario un cambio de mentalidad en los escritores, con el que se rompa una serie de prejuicios que han sido promovidos por el sueño editorial clásico.

El primer prejuicio es la connotación negativa alrededor de la autopublicación. Quizá aquí valga recordar que la mayoría de vanguardias literarias del siglo pasado no solo sobrevivieron sino que muchas se granjearon un lugar en la historia gracias a la autopublicación de revistas y libros. Además, la música ha ido mostrando cómo la autopublicación no solo es una opción posible sino indispensable para la circulación de propuestas estéticas novedosas. Un segundo prejuicio es el miedo a la equivocación. El mundo literario ha perdido la capacidad de arriesgarse y el temor a la equivocación es el terror del escritor. Pero la equivocación en el arte no debe ser vista necesariamente como un error sino más bien cómo la posibilidad de encontrar nuevas formas y de reaccionar frente a las establecidas. El escritor se ha acostumbrado mucho a las reacciones positivas y la complacencia reiterada termina por fijar y anquilosar las formas. El culto al papel es otro de los prejuicios: la literatura debe leerse en letra de molde y en papel cremoso. Y una buena obra literaria terminará siempre impresa en papel, pero eso no quiere decir que no pueda ver la luz en formato electrónico, por ejemplo. Es necesario comprender que si bien hoy el libro electrónico todavía está en una etapa incipiente, en un futuro cercano no estará mendigando su legitimidad y habrá construido enormes públicos lectores que no juzgarán la calidad de una obra por el formato en el cual se publique.

El surgimiento de una literatura independiente basada en la web irá de la mano de la desaparición de estos prejuicios. La autopublicación y formatos como el EPUB, dadas las características mencionadas en este artículo, le abren una posibilidad a la literatura en la cual el escritor puede explorar, experimentar, salirse de los paradigmas y equivocarse. Creemos que la pobreza estética llega cuando la transformación no tiene cabida, pero no porque no existan los artistas que puedan proponer rupturas, sino porque se suele poner una intermediación editorial muy fuerte entre los autores y su público, que termina afectando sus búsquedas creativas. Y por ello creemos también que con formatos como el EPUB vendrá una relación más directa entre autores y lectores, menos protocolaria y glamurosa, tal vez, pero necesaria y oportuna.

G. Serventi

*Para nosotros, lector sigue siendo aquel de carne y hueso que lee libros en papel o libros electrónicos. Lo aclaramos ya que en el contexto tecnológico de la lectura digital se le llama lector o lector electrónico al dispositivo que se usa para leer libros electrónicos y más específicamente al dispositivo que usa tinta electrónica.